Ramona Cabrera, y el Banco Comunal como valor de «la unión»

Ramona Cabrera, y el Banco Comunal como valor de «la unión»

Mar 22, 2016 | Bancos comunales, Formación, Historias Emprendedoras

Ramona nos recibe con una sonrisa y un abrazo, el mate listo sobre la mesa del patio. Estamos en su casa en el barrio de Virreyes, en San Fernando. Mientras nos preparamos para grabar la entrevista, ella se acomoda y mira riendo a la cámara que en pocos minutos la retratará rodeada de sus herramientas de trabajo. A su espalda vemos una freidora industrial, ollas y diversos utensilios, porque Ramona es cocinera.

Ese es su trabajo en la actualidad y desde hace 9 años, cuando decidió que podía cocinar para los suyos pero también para vecinos y desconocidos: “Empecé haciendo un locro un 1 de Mayo, empecé vendiendo veinte porciones. Al otro año ya eran cuarenta, y hoy estoy en 200, 250 porciones de locro que vendo, y hago el 1 de Mayo y el 25 de Mayo”.

Al principio dudó cuando una conocida le habló de Nuestras Huellas, porque desconfiaba del crédito que le ofrecían: “Uno lo primero que atina a pensar es ‘me comen el hígado devolviéndola’, entonces yo, reacia. Me meto porque soy muy amiga de ella, viste. Y bueno empezamos, y la verdad que… es lo que yo siempre digo, a mi me cambió la vida.”

El Ceibal, el Banco Comunal del cual forma parte, va por su ciclo número 27. Ramona nos explica que cada ciclo se compone de cuatro meses, durante los cuales las socias reciben préstamos para invertir en sus emprendimientos y ahorran para luego otorgar ellas mismas créditos a sus vecinos y conocidos. En julio de este año El Ceibal festeja su 9no aniversario.

La buena relación entre las integrantes del Banco es una de las claves que explica su larga trayectoria: “Nosotras la mayoría estábamos en un ballet folklórico, entonces sabemos cómo manejarnos”. Eligieron llamarse “El Ceibal”, porque es también el nombre del ballet del que actualmente forman parte sus hijos y nietos.

El hecho de conocerse desde antes de conformar el Banco explica el que las socias hayan reforzado un vínculo de confianza y compromiso, valores importantes a la hora de obtener un crédito con garantía de confianza. Cada una de las emprendedoras respalda y avala a sus compañeras, logrando así una tasa de devolución de crédito a Nuestras Huellas del 99.76%.  Ramona afirma con orgullo que lo que más valora de su grupo es “La unión, porque valoro el respeto que las demás chicas le tienen a Huellas, al grupo, porque hasta ahora gracias a dios nunca tuvimos que sacar plata para pagar la cuota de una. Porque siempre todas nos hacemos responsables.”

La elevada tasa de devolución de los créditos se debe a la gran capacidad de ahorro que logran cuando se capacitan en Finanzas Solidarias. Ramona nos cuenta su historia y cómo supo incrementar sus ganancias tanto por la buena calidad de sus productos como por lo que fue aprendiendo junto con sus compañeras: “[Aprendí] a manejarme, a saber sacar los costos, porque antes yo agarraba todo, no sabía cuánto me quedaba a mí de ganancia, todo eso lo fui aprendiendo en el “banquito”. Fui comprando mis ollas, me compré el freezer, me compré la freidora. Por ahí yo decía ‘No tengo ganas’, pero después cuando yo hago el papel de qué es lo que tengo mío, tengo mucha plata. También daban (crédito) para la casa, mejoré mi casa, viste, hice todo acero, tiré todos los reboques, hice todo nuevo. Con la mitad que me daba Huellas y la mitad que yo tenía de mis ganancias, de lo que yo pedía para comprar y vender.”

Solidaridad entre emprendedoras

Cada dos semanas El Ceibal se reúne para realizar la gestión del “banquito” y compartir unas horas entre mates y galletitas. En esas oportunidades, los Coordinadores de Bancos Comunales, miembros del equipo de Nuestras Huellas, las visitan y resaltan el buen trabajo de las socias y su capacidad de organización.

Existen diferentes roles dentro del grupo: una Presidenta, una Secretaria,  y en este caso, las socias decidieron que necesitaban tener dos tesoreras. Una de ellas realiza el balance del crédito de Nuestras Huellas, y la otra (a quien denominaron ‘suplente’),  de los créditos de la Cuenta Interna, que son otorgados a partir de sus propios ahorros a vecinos y familiares. Además cuentan con un Fondo Comunal, al cual recurren cuando lo necesitan: “Tenemos una caja solidaria, que le decimos nosotros, que es por si alguna no tiene para pagar se saca de ahí, se paga, y después en la semana o dentro de quince días vos acercás esa plata que sacamos de ahí. Por ahí yo necesito comprar unos remedios, a mi me pasó que el nene de mi hija precisaba anteojos y yo digo se los quiero regalar yo […] viste, me prestaron la plata y yo la devolví, esa sí se devuelve sin interés. Esa reponés lo que pediste. La verdad que está muy bueno.”

Hay una palabra que identifica a Ramona, referente de su barrio a quien sus vecinos convocan en cada iniciativa comunitaria: fortaleza. Como ella reflexiona en un momento, acerca de sus compañeras y de sí misma: “ Y siempre digo, somos todas minas que vamos al frente, viste. Somos minas que la pecheamos y la peleamos.” Su sueño es tener algún día un comedor infantil, para preparar la cena a los chicos: “yo he estado en la cooperadora, y han venido chicos a la mañana muertos de hambre, porque la única comida que comen era la del mediodía del colegio.”

Nosotras creemos que, así como un día cambió su vida y se animó a emprender, podrá lograr que este sueño para los más pequeños también se haga realidad.

>Por Anahí Genari, colaboradora voluntaria.

> Más fotos del emprendimiento de Ramona en nuestro álbum

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